Bretaña, situada en el extremo noroeste de Francia, es una región donde la historia, la naturaleza y la leyenda se funden con el paisaje. Esta antigua tierra celta, bañada por el Canal de la Mancha y el Océano Atlántico, ha sabido conservar su identidad única a través de los siglos.
Desde sus abruptos acantilados y playas salvajes hasta los apacibles valles y pueblos medievales del interior, Bretaña invita a perderse sin prisa. Su lengua propia, el bretón, resuena por sus rincones, al igual que las melodías tradicionales que animan sus fest-noz (fiestas populares).

RENNES
Rennes es la capital de Bretaña y una ciudad que mezcla a la perfección la historia con la modernidad. Su corazón histórico está lleno de encanto, con calles adoquinadas, casas con entramado de madera y monumentos como la Catedral de Saint-Pierre, el Palacio del Parlamento de Bretaña y las puertas Mordelaises. Es también un referente cultural y académico, gracias a su prestigiosa universidad y su gran población estudiantil, que le da un aire joven y dinámico.
Los sábados, la ciudad cobra vida con el mercado de Lices, uno de los más grandes de Francia. Rennes también destaca por su rica agenda cultural, con festivales de música, teatro y arte contemporáneo. Además, su red de transporte, la convierte en un excelente punto de partida para explorar toda Bretaña.
FOUGÈRES
Fougères es uno de los tesoros medievales mejor conservados de Bretaña y un verdadero viaje en el tiempo. Dominada por su imponente castillo, considerado uno de los más grandes de Europa, esta fortaleza de origen feudal se asienta estratégicamente sobre un espolón rocoso, rodeado por un foso natural. Con sus 13 torres y murallas que serpentean entre el casco antiguo y el río Nançon, el castillo ofrece vistas espectaculares y una lección viva de historia medieval.
El casco antiguo conserva su esencia con calles empedradas, casas con entramado de madera y plazas llenas de encanto. Andar por el barrio de Saint-Sulpice o por el parque público y los jardines del castillo es como retroceder siglos; ideales para un paseo tranquilo rodeado de vegetación y arquitectura.

SAINT-MALO
Saint-Malo, ciudad corsaria por excelencia, se alza majestuosa frente al Canal de la Mancha. Fundada en el siglo XII, sus murallas protegen un casco antiguo lleno de historia y encanto. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue casi destruida, pero su reconstrucción respetó la arquitectura original.
Actualmente, pasear por la zona amurallada te transporta a otros tiempos. Los cambios de las mareas esconden y revelan playas y fortalezas, como el Fort National, accesible a pie cuando baja el agua. Además, desde su puerto parten barcos hacia las islas del Canal y la cercana Dinard.

DINAN
Dinan es una joya medieval, situada en lo alto de un promontorio sobre el río Rance. Su muralla de casi tres kilómetros, una de las mejor conservadas de Bretaña, rodea su casco antiguo; cautivando al visitante con sus casas de entramado de madera, fachadas coloridas y calles adoquinadas. El centro neurálgico de Dinan es la plaza des Merciers y la calle du Jerzual, una empinada vía empedrada que conecta la ciudad alta con el puerto fluvial, donde se puede encontrar un ambiente muy animado entre terrazas, barcos y artistas locales.
El castillo de Dinan, hoy museo, ofrece un recorrido por la historia de la ciudad y unas vistas inmejorables desde su torreón. En verano, el Festival des Remparts convierte Dinan en un escenario viviente del Medievo, con desfiles, justas y mercados.
BREST
Brest, situada en el extremo occidental de Bretaña, en el departamento de Finisterre, es una ciudad con una estrecha relación con el mar. Casi completamente destruida durante la Segunda Guerra Mundial, se ha recompuesto como un importante centro portuario, científico y cultural. Su puerto militar, uno de los más grandes de Francia, ha sido clave desde el siglo XVII, cuando fue fortificado bajo las órdenes de Luis XIV.
En la actualidad, Brest es un referente en investigación marina, con instituciones como el Ifremer o el Océanopolis, un acuario temático dedicado al mundo oceánico, ideal para familias. La ciudad combina arquitectura moderna con vestigios históricos como el castillo medieval y la Tour Tanguy, una torre del siglo XIV.

JOSSELIN
Josselin es un pueblo medieval situado en el centro de Bretaña, a orillas del río Oust y del canal Nantes-Brest. Su principal monumento es el majestuoso Château de Josselin, una fortaleza de origen feudal cuyos torreones góticos se reflejan imponentes sobre el agua. El castillo está aún habitado por la familia Rohan, una de las más antiguas de Francia, y combina defensas medievales con un refinado palacio renacentista en su interior.
El casco antiguo de Josselin está compuesto por calles adoquinadas y casas con entramado de madera decoradas con flores, típico de la región. La basílica Notre-Dame-du-Roncier, con su mezcla de estilos gótico y renacentista, destaca por su torre, desde donde se tienen magníficas vistas del pueblo y el entorno.
VANNES
Vannes, capital del departamento de Morbihan, es una ciudad con más de dos mil años de historia que combina su herencia romana y medieval con la vitalidad de una ciudad costera. Fundada como Darioritum por los romanos, su nombre actual deriva del pueblo celta de los vénetos; que vivían en la Galia, sin tener relación con los del norte de Italia. Su casco antiguo, rodeado parcialmente por murallas, está repleto de casas con entramado de madera, callejuelas empedradas y plazas como la Place des Lices, donde se celebran mercados desde la Edad Media.
El puerto deportivo es el punto de partida para excursiones en barco a las islas del golfo, como Île-aux-Moines o Île d’Arz. Entre sus monumentos más destacados se encuentran la catedral de Saint-Pierre y la puerta de Saint Vincent, que da acceso al puerto desde la ciudad vieja.
ROCHEFORT-EN-TERRE
Rochefort-en-Terre es un pequeño pueblo que parece sacado de un cuento de hadas. Declarado uno de los “Plus Beaux Villages de France”, su encanto reside en la armonía de su arquitectura y las flores que adornan balcones y calles. El casco antiguo conserva magníficas casas de piedra del siglo XVII, algunas con fachadas esculpidas. En el corazón del pueblo se encuentra el Château de Rochefort-en-Terre, un castillo renacentista reconstruido en el siglo XIX. Actualmente, alberga exposiciones y sus jardines son visitables.
Además, la localidad es famosa por su espectacular iluminación navideña, que la transforma en un destino mágico durante el invierno. Su tamaño compacto permite recorrerla fácilmente a pie, y su entorno rural, con bosques y lagos cercanos, invita a desconectar del bullicio urbano.

COSTA DE GRANITO ROSA
La Costa de Granito Rosa, en el norte de Bretaña, es un tramo de litoral que parece sacado de otro planeta. Se extiende entre las localidades de Trébeurden y Perros-Guirec, pasando por el encantador pueblo de Ploumanac’h, y debe su nombre a las gigantescas formaciones rocosas de color rosado que, esculpidas por el viento y el mar durante milenios, crean figuras caprichosas. El contraste entre el azul del océano, el verde de la vegetación y el rosa de las rocas ofrece un espectáculo natural que cambia con la luz del día.
El sendero de los aduaneros (GR34), uno de los más bellos de Francia, permite recorrer a pie esta costa, bordeando acantilados, calas escondidas y faros solitarios como el de Mean Ruz. Perros-Guirec, con sus playas y su puerto, es el punto de partida ideal para explorar este rincón mágico. Desde aquí también se puede tomar un barco hacia el archipiélago de Sept-Îles, una reserva natural que alberga una de las mayores colonias de aves marinas de Francia.

FARO DE MEAN RUZ
El Faro de Mean Ruz, también conocido como el faro de Ploumanac’h, es uno de los símbolos más reconocibles de la Costa de Granito Rosa. Situado en el municipio de Perros-Guirec, este faro de piedra rosada se alza entre formaciones rocosas esculpidas por siglos de erosión. El primer faro fue construido en 1860, pero fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en 1946 con el característico granito local. Aunque no se puede visitar por dentro, su silueta fotogénica es uno de los lugares más fotografiados de la región.
Desde su base se pueden disfrutar de vistas espectaculares del Atlántico, especialmente al atardecer, cuando la luz cálida intensifica los tonos rosados de la piedra. El faro se encuentra en plena ruta del sendero GR34, lo que lo convierte en una parada natural para quienes recorren la costa a pie. Su nombre, «Mean Ruz», significa “piedra roja” en bretón, es una referencia directa al color del granito con el que está construido.

CABO FRÉHEL
El Cabo Fréhel es uno de los miradores naturales más impresionantes de la región. Se trata de un promontorio rocoso que se adentra en el mar, con acantilados que alcanzan los 70 metros de altura y ofrecen vistas espectaculares del Canal de la Mancha. El cabo alberga dos faros: uno del siglo XVII y el faro actual, de 1950, cuya torre de 33 metros puede visitarse para disfrutar de una panorámica aún más asombrosa.
Desde el cabo parte un tramo del sendero GR34 que conecta con el Fort La Latte. La belleza salvaje del Cabo Fréhel, unida a su rica biodiversidad y patrimonio histórico, lo convierten en una visita imprescindible para los amantes de la naturaleza, la fotografía y las caminatas escénicas.

FORT LA LATTE
El Fort La Latte, también conocido como Château de la Roche Goyon, es una fortaleza medieval situada sobre un terreno rocoso que se adentra en el mar, cerca del Cabo Fréhel. Construido en el siglo XIV como defensa feudal, fue transformado en fortaleza costera en el siglo XVII y restaurado en el siglo XX. Su ubicación estratégica ofrece vistas panorámicas impresionantes del Canal de la Mancha y ha servido de escenario para numerosas películas.
El acceso se realiza por un puente levadizo y un camino fortificado que conduce a patios, torres, almenas y una mazmorra. Destaca tanto por su arquitectura militar como por su integración en el paisaje natural. Es visitable y permite conocer la vida cotidiana en una fortaleza medieval y disfrutar de exhibiciones de armas y catapultas.

BOSQUE DE BROCÉLIANDE
El Bosque de Brocéliande, conocido oficialmente como bosque de Paimpont, es uno de los lugares más legendarios de Bretaña. Este extenso bosque, de más de 7.000 hectáreas, está estrechamente vinculado a las leyendas del Rey Arturo, Merlín y los caballeros de la Mesa Redonda.
Según la tradición artúrica, aquí se encuentran la tumba del mago Merlín, la fuente de Barenton (donde brotan las tormentas con unas gotas de agua), el Valle sin Retorno (encantado por la hechicera Morgana) y el espejo de las hadas. Estos parajes, repartidos entre colinas, lagos y senderos, ofrecen una experiencia envolvente para los amantes del senderismo, la mitología y la naturaleza. El bosque también alberga el Castillo de Comper, sede del Centro del Imaginario Artúrico, donde se celebran exposiciones, talleres y rutas guiadas que recrean los mitos medievales.
BONUS: CARNAC
Carnac, situado en el sur de Bretaña, es un lugar único en el mundo por la increíble concentración de monumentos megalíticos que alberga. Más de 3.000 menhires se alinean misteriosamente en campos que parecen extenderse hasta el infinito, como los de Ménec, Kermario y Kerlescan. Fueron erigidos entre el 4500 y el 3300 a.C., lo que los convierte en anteriores a Stonehenge y las pirámides de Egipto.
Su función exacta sigue siendo un enigma para arqueólogos e historiadores. El Museo de Prehistoria de Carnac ayuda a contextualizar estos enigmáticos monumentos con exposiciones sobre la vida en el Neolítico y hallazgos arqueológicos de la zona.
QUÉ COMER Y DÓNDE ALOJARSE
La gastronomía bretona destaca por sus crêpes y galettes, estas últimas hechas con trigo sarraceno y rellenas de ingredientes salados. El marisco, como las ostras de Cancale y los mejillones de bouchot, también es típico por su frescura y abundancia. Entre los postres, el kouign-amann, una tarta de mantequilla y azúcar, y el far bretón, un flan con ciruelas, son imprescindibles. Para degustar estas delicias, es recomendable visitar las crêperies locales y mercados como el de Rennes o Vannes, todo aderezado con la sidra de la región.
Para alojarse, el centro histórico de Rennes ofrece una amplia gama de opciones. Esta zona permite acceder fácilmente a los principales atractivos de la ciudad y, además, su ubicación central en Bretaña la convierte en una base ideal para explorar la región.
ESCAPADAS DESDE LA REGIÓN
NANTES
Aunque actualmente pertenece a la región de Países del Loira, Nantes tiene profundas raíces bretonas, siendo capital del Ducado de Bretaña durante siglos. Su principal atracción es el Castillo de los Duques de Bretaña y la Isla de las Máquinas, inspirada en el universo de Julio Verne y Da Vinci.
Para saber más acerca de Nantes, lee la entrada Nantes: la ciudad de Julio Verne.

MONT SAINT-MICHEL
El Mont Saint-Michel, administrativamente pertenece a Normandía, pero está tan ligado a la identidad bretona que muchos lo consideran un símbolo compartido entre ambas regiones. Este islote rocoso, coronado por una majestuosa abadía gótica, surge entre las aguas de la bahía, creando una de las estampas más espectaculares de Europa. Fundado en el siglo VIII, el monte se convirtió en uno de los centros de peregrinación más importantes de la Edad Media. La abadía benedictina, construida entre los siglos XI y XVI, es un prodigio arquitectónico que se adapta al terreno escarpado.
El fenómeno de las mareas, de los más fuertes de Europa, transforma el paisaje dos veces al día, conectando o aislando el islote según el momento. Se accede a través de una pasarela de acceso que te adentra en sus callejuelas, llenas de historia y leyendas. Aunque muy turístico, sigue siendo un lugar imprescindible.
RINCÓN CINÉFILO
- Los Vikingos, de 1958: esta película de aventuras épicas ambientada en la Escandinavia del siglo IX fue parcialmente rodada en Bretaña. El imponente Fort La Latte se utilizó como escenario del castillo del rey británico.
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Los fantasmas del sombrerero, de 1982: este thriller fue rodado en Concarneau y Quimper. La trama gira en torno a un sombrerero que oculta oscuros secretos en una tranquila ciudad bretona.
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Cuento de verano, de 1996: esta película se desarrolla en Dinard y otras localidades costeras de Bretaña, explorando las complejidades de las relaciones amorosas durante el verano.
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Largo domingo de noviazgo, de 2004: donde Mathilde busca a su prometido desaparecido durante la Primera Guerra Mundial. Algunas escenas se filmaron en Locronan.
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Retrato de una mujer en llamas, de 2019: la historia sigue a Marianne, una pintora encargada de realizar el retrato de bodas de Héloïse sin que ella lo sepa. Rodada en la península de Quiberon y Saint-Dégan.
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Morlaix, de 2025: se ambienta en la ciudad homónima de Bretaña. Narra la historia de Gwen, una adolescente que, tras la muerte de su madre, se siente atraída por un nuevo compañero de clase.